La Palizada
(Vals Peruano)
Autor: Alejandro Ayarza "Karamanduca" (Versión cantada por Montes y Manrique) Somos los niños más engreídos en esta noble, bella ciudad, toditos somos muy conocidos por nuesra pura vivacidad. En la jarana somos señores, hacemos flores con el cajón, y si se trata de dar trompadas, también tenemos disposición. Pásame la agüilla, la agüilla, la agüilla, yo no te la paso cholito, ni de raspadilla. Pásame la agüilla, la agüilla, la agüilla, que así las educa a su muchachada el Karamanduca. Vengan copitas de licor sano, vengan copitas, sin dilación, venga ese rico licor peruano que vulgarmente le llaman ron. Vivan los hombres de gran valía, viva el dinero, viva el amor, vivan las hembras, viva la orgía y el aguardiente que da valor. Pásame la agüilla, la agüilla, la agüilla, yo no te la paso cholito, ni de raspadilla. Pásame la agüilla, la agüilla, la agüilla, que así las educa a su muchachada el Karamanduca. En las chacritas y en Puerto Arturo (*), todas las noches, no hay que faltar, a veces caen con el buen puro, que don Silverio nos puede dar. Allí pasamos noches contentos, con la guitarra, con el cajón, y allí olvidamos los sufrimientos, con los vapores del rico ron. Pásame la agüilla... (*) Al Rímac, durante la guerra ruso-japonesa de 1905, lo llamaban "Puerto Arturo". Enviado por Dario Mejia Según el escritor y poeta José Gálvez, en "Una Lima que se va", el origen de la Palizada ocurre, tal vez, durante la ocupación chilena en la Guerra del Pacífico por una bella iniciativa de mozos "mataperros" de Lima, de familias decentes, quienes se dedicaron a fastidiar, golpear y ridiculizar a las tropas chilenas cada vez que se les presentaba alguna oportunidad.
A base de tretas lograban llevar a los oficiales chilenos a una lucha cuerpo a cuerpo donde los "mataperros" aquellos sacaban a relucir sus dotes de peleadores. El fin era amargar los goces del vencedor, y lo lograron porque se cuenta que los chilenos vivían desesperados. Pero, una vez finalizada la ocupación chilena, la costumbre aquella se conservó y es allí cuando surgen, primero, las figuras de José "Pepe" Ezeta Raygada, Augusto Paz Nieto y Fernando "Cojo" Soria. A inicios del siglo XX aparece Alejandro Ayarza "Karamanduca" y el grupo aquel integrado por los antes nombrados, y otros más, conformaba la "Palizada".
Como nació el nombre
Según Eudocio Carrera Vergara, en "La Lima Criolla de 1900", allá por los años de 1890, en la Calle de la Contradicción de Abajo el Puente, funcionaba en una finca de altos con vista al río, una de esas casas llamadas de tolerancia, acreditadísima, tanto por la calidad de sus pupilas como por la magia en el oficio de su gran maestra o comadrona llamada María Luisa, a quien se le conocía con el apodo de "Tintorera".
La hija de la "Tintorera", de hermoso rostro, talle alto y esbelto, solía vestir a diario una bata larga y blanca, además de un grueso cachiné rojo enroscado al cuello que la hacían parecer a unos afiches con la figura de una mujer sentada que simbolizaba la Libertad. Como por los trajines del oficio, dicha beldad siempre estaba de pie, los parroquianos de la casa aquella la bautizaron como "La Libertad Parada".
Al templo aquel del amor concurría todo aquel que era partidario de la copa, el baile y otras cosas más. Los miembros de la "Palizada" se hacían presente todas las noches con sus arreos acostumbrados, claro que lo único que gastaban era amor y canto.
Cierta noche se produjo un tumulto desconcertante en el salón al sentirse los ruidos furibundos de una de las más bravas y atronadoras avenidas del Rímac que, debido a la falta de defensas técnicas, causaban daños considerables, pues sus aguas torrentosas arrastraban cuanto hallaban al paso: palos, muebles rotos, troncos de árboles y hasta animales de las casuchas ubicadas en sus márgenes. Todo quedó paralizado, baile, copas y escarceos, porque las ninfas azoradas corrieron a presenciar el espectáculo.
Cuando la furia de las aguas ladrillosas, con los montones de palos y otros trastos que llevaban, era de infundir miedo y amenazaba con invadir todo, a la "Libertad Parada" se le ocurrió gritar a toda voz: "Vengan, corran, apúrense para que vean esta enormidad de palos que, atropellándolo todo, se meten en los cercos y en las chozas sin poder contenerlos. Si les digo que es una palizada furibunda y terrible como no se ha visto nunca, y que, si nos descuidamos, puede hasta metérsenos también por las partes bajas. Librenos el cielo, compañeritas, de semejantes furias y... mucho ojo por lo que pudiera suceder".
Los pícaros traviesos trataron de tranquilizar a las mujeres diciendo que la cosa no era de asustar tanto y que más era el ruido que las nueces. La "Libertad Parada", que se encontraba inspirada, replicó con lo siguiente: "¡Qué va, señorcitos! ¡qué quieren contarnos ahora! Si visto con detención, esas palizadas que he dicho son igualitas a ustedes, que se zampan en tropel a cualquier parte, sin ser llamados, nada más que de puros machos, atropellándolo todo y hasta causando daños y perjuicios, como roturas de copas, platos y botellas, cuando se trenzan a golpes con los que se les ponen por delante". -"¿Cómo nosotros, dices, mamacita?" preguntó una voz. -"Sí, papacitos, como ustedes, ni más ni menos, una verdadera palizada, sin más que decir, ni replicar" remató la "Libertad Parada". Desde allí, el sobrenombre quedó escrito, hasta la posteridad, en el criollismo limeño.
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